03 abril 2009

Introducción

No es para nada difícil encasillar una película de John Woo porque, vamos, son acción pura con una profundidad equivalente a un libro de Wilbur Smith. O sea, no digo que sean un director y un escritor terrible, pero si Woo se decidiera a escribir probablemente pondría leones y jets de reacción en todos sus libros, y Smith utilizaría a The Rock para todos sus papeles principales.
Pero existe otro tipo de cine que roza lo inclasificable y juega con lo incasillable, o sea, hace hace incapié en lo indefinible. O definible, pero con un poco más de esfuerzo. Uno de los mejores ejemplos de esto es Wes Anderson.
Si bien se le puede inculcar el horroroso término acuñado por su servidor "comidrama" o "dramedia", que determina la mezcla entre drama y comedia, es injusto para las poroducciones que este director realiza. En todas ellas hay mucho humor, mucha extrañeza, relaciones humanas que parecen imposibles, personajes definidos de una manera casi obsesiva, y también mucho del tedio de lo cotidiano.
Con cinco largometrajes y dos cortos en su haber (Bottle Rocket (1994) y Hotel Chevalier (2007), ambos se pueden encontrar en Youtube) se transformó en uno de mis directores preferidos, y no hay una sola cosa que haya producido que no sea totalmente recomendable, cada película con sus características individuales y con el sello que le da Anderson a toda su obra.
Por lo pronto si quieren empezar con algo, es probable que la mejor elección sea Los Excéntricos Tenenbaums (2001), que si bien no me parece su mejor película, es la más accesibles en todo sentido. Aparte cuenta con las exquisitas actuaciones de Bill Murray, Owen Wilson, Luke WEilson, Ben Stiller, Gene Hackman y Anjelica Huston, entre varios otros.
Más adelante seguramente hablaré de sus otras producciones, mientras tanto, vean vean vean esta.

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