Los coreanos, aparentemente sólo los del sur, hacen un cine extraño y fantástico, que abarca todo el espectro de géneros con realizaciones muy logradas, pero se destacan en los dramas, que generalmente tienen algún transfondo filosófico más o menos aculto detrás de la trama. Quizá está mal generalizar, pero ya lo hice así que no molesten.

Comienza, como es de imaginar, con el suicidio del personaje principal. El resto es un arduo camino a través de la vida del infeliz, mostrándolo en sus mejores y peores momentos (como diría Ignatius Reilly, o Boecio, en los ciclos positivos y negativos de la Fortuna). Descubrir qué lo lleva a ultimarse es casi como descubrir que la vida es una mierda, lo que tampoco es descubrir mucho, pero está bueno hacerlo mientras comés pochoclo.
Esta película tiene el dudoso honor de ser la más triste que vi en mi vida, ganándole por poco a otra asiática cuyo nombre no recuerdo, pero que trataba de unos niños cuya madre, un puta descarada, abandonaba, y terminabn en la miseria, enterrando a la hermana más pequeña en una valija cerca del aeropuerto, en una clara metáfora que indicba que la vida es una mierda.

No estoy seguro de cómo se debe contar la sinópsis, porque no recuerdo si el final es sorpresivo o no (igual yo me había dado cuenta tirando para la mitad de la película de lo que pasaba, no así en Sexto Sentido, porque un infeliz me contó el final). Una mujer vive aterrada de que su pareja pierda el interés por ella, hasta que un día desaparece. El tiempo pasa (para adelante) y el hombre al final se consigue otra, porque nadie es irremplazable. Los paralelismos entre una relación y otra comienzan a surgir.
Calculo que la idea se entiende. Ahora hay que ir a su videoclub amigo más cercano, sacar las dos películas y deprimirse a pierna suelta. Y de paso pueden dejar el nombre de la película de la valija, que se me sigue escapando.
2 comentarios:
Nobody knows.
Es verdá, gracias.
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