La idea es así, adapto Platero y yo, pero como la versión original es una mierda, le hago unos pequeños cambios.
Platero y yo, la Película (nombre tentativo), trata sobre la tierna amistad que cruzan Hernán Arias, un nene de 8 años, y Justo Mamaní, un platero boliviano de 52 años oriundo de Yacuiba. Hernán entra un día a su taller, y se queda maravillado con la labor de Justo, quien deja que el niño se quede porque el niño le recuerda a sus hijos, que ya no viven con él. Luego de unas semanas el platero medio que empieza a cansarse de las preguntas de Hernancito, que quiere saber de dónde saca la plata, cómo la trabaja, que hace en su tiempo libre, su opinión acerca de la clonación, si en verdad llegó el hombre a la luna, y, como dice Justo, “un montón de pelotudeces más”. Al final el pobre boliviano se cansa del niño, y afirma amargamente que “si quisiera niños no hubiera mandado a los míos a trabajar en la mina”. Entonces urde un plan innecesariamente complicado, que termina con Hernán siendo arrestado por posesión de narcóticos y trata de blancas, y FIN.
Extracto del guión de Platero, yo, y las locas:
Hernán: ¡Qué hermosa esta granada, Platero! Me la ha mandado Aguedilla, escogida de lo mejor de su arroyo de las Monjas. Ninguna fruta me hace pensar, como ésta, en la frescura del agua que la nutre. Estalla de salud fresca y fuerte. ¿Vamos a comérnosla?
Justo: Me parece que usted se la come de hace rato, niño afeminado e idiota.
Platero, yo, y comerse la granada podría estar lista para el 2012.
Imaginarius: La invasión de los agontes
Hace 6 años