22 abril 2010

¡No es mi culpa!

Aparentemente los bots están como locos y andan meta que meta spammear mis numerosísimos blos, así que tuve que tomar la medida neofascista de activar la verificación de palabra para los comentarios. Por suerte ya nadie comenta, así que las repercusiones serán mínimas.

14 abril 2010

No vean Transformers 2, está malísima

Hola creo que eso ya lo había dicho pero galo prevenido vale por dos. En estos días estuve meditando sobre si dedicarme a hacer comentario social serio (del estilo "qué barbaridad que en el país que supo ser el granero del mundo una barra de cereal sea 57% caucho reciclado") o actualizar el blog. Como todo el comentario social serio está en manos de gente dedicada a politica universitaria, sólo me quedó lo segundo.
Hoy caminaba por el centro de vuelta de mis clases de macramé, cuando me encontré hablando de Tetro, la película que Coppola filmó acá nomás en el país que supo ser el granero del mundo. Por suerte no estaba caminando solo, porque hubiera quedado como flor de pelotudo, aunque el hablar sólo fue, en mi experiencia, el menor causante de quedar-como-flor-de-pelotudo que recuerde en este momento.
Es difícil de explicar por qué me gustó la película, principalmente porque ahora, después de algo así como un mes después de haberla visto, todavía no sé si me gustó. A ver, un tipo dice que en el teatro (o cine, para nosotros que sólo vamos a ver obras de minas de moral abúlica) debe existir, o existe, la suspensión de la incredulidad. O sea, que vemos algo y decimos "ma sí, si me quiero comer a esta minita yo acepto que Hugh Grant en un personaje simpático y no un saunero viejo". O no tan así pero similar. La frase se explica sola.
En Tetro se cuenta la historia de un yanki que vive en la Argentina y es muy torturado y muy genial, y está en la Boca y conoce a gente muy pintoresca y está metido en el inframundo de la literatura, o del teatro, o algo así. En una escena hay un escenario y ariba de ese escenario Leticia Bredice más sin ropa que con, así que no entendí mucho la onda porque no me podía concentrar.
El problema es fácil de ver: uno, viviendo en Argentina, más o menos sabe como es la movida, entonces si viene Coppola a decirnos que la persona más respetada del mundo literario local es española o mexicana o algo así creemos que no. Si nos dice que se organizan unos premios al teatro independiente (¿hay otro?) que son lo más importante de la vida cultural del país, respondemos que seguramente no se enteró de que ahora hay fútbol grátis por aire. Y si nos dice que a un director de orquesta le dan un funeral más grande que a Perón le decimos "pará macho ya fue esto es intragable como una frase súper larga que no utilice una coma para separar nada".
En el fondo, creo que la suspensión de la incredulidad no se da en Tetro porque no podemos pensar en Argentina como un lugar mágico en dónde un director de orquesta sea tan conocido como Grondona, etc. No sé, sigo creyendo que está bien, pero todavía no me cierra. Menos me cierra que nadie la haya visto como para comparar notas. Ah,Vincent Gallo está genial, pero eso es como casi siempre, y la película consolidó mi posición de A Sofía Gala Le Doy.
Los odio a todos, vuelvo al comentario social.
Qué barbaridad que en este país los maestros tengan que trabajar procesando opio para llegar a tener un ingreso decente.